(y 6) El "hygge", la tranquilidad danesa y otras curiosidades

Los daneses son gente apacible y aprecian la vida relajada. Fruto de ello es el concepto del hygge, intraducible al castellano, que viene a ser un estado de ánimo en un ambiente acogedor y confortable que asocian con la felicidad, el bienestar y la intimidad. Tienen propensión a disfrutar de los pequeños placeres de la vida, a pasar tiempo con las personas queridas en entornos cálidos. Y lo buscan con mucho interés.

Obviamente, este objetivo afecta a sus vidas de manera directa, rechazando entregarse al trabajo en detrimento de la familia y los amigos, y buscando vivir en lugares cómodos.

En paralelo, es una sociedad desarrollada y rica en la que los jóvenes se van pronto de casa, al contrario de lo que ocurre en España, se casan pronto y tienen hijos en edades tempranas. En este sentido, lo del matrimonio es también mucho más sencillo. Los papeles se resuelven en un plis plas (72 horas) y las bodas suelen ser menos ceremoniosas y fastuosas que las nuestras. Y la marcha atrás muy sencilla durante los siguientes catorce días, plazo en el que se puede anular el contrato. Lo vimos en el Ayuntamiento de Copenhague y una guía de free tour nos explicó que a Copenhague la llaman Las Vegas europea por lo fácil que es contraer matrimonio, tanto que a veces viene gente de otros países. Allí las bodas iban en cadena, una detrás de otra.

Paralelamente, como ocurre también en otros países norteños y fríos, aplican una mucha menor sobreprotección a los niños. Nos contaron que es una estampa habitual ver varios carritos con bebés a la puerta de un bar en invierno, algo inimaginable en nuestras latitudes, Consideran que para el niño es mejor estar al aire libre abrigado que en un ambiente cerrado lleno de gérmenes. No contemplan que nadie se los pueda llevar. Entre esto y el febril ejercicio físico sobre la bicicleta de personas de, prácticamente, todas las edades, debe reportar buenos beneficios a la sanidad pública, ahorrándose pacientes.

Y dentro de su apacible tranquilidad, en danés no existen palabras para el insulto, lo cual es toda una declaración de intenciones. Como mucho, se arriesgan con un satan, escrita igual que en castellano.

Tampoco entienden el concepto de picaresca, no se preocupan de ver como engañar por ejemplo al fisco. Si tienen que pagar, pagan, y en el caso de los impuestos lo hacen felices considerando que reciben después servicios y ayudas. Y no es que sean bajos, oscilan entre el 42% en la parte inferior de la tabla hasta un abultado 63%. Que sepamos, nadie reclama una reducción de impuestos, la aceptación es general.

Por otro lado, en Dinamarca el consumo de alcohol es elevado pese a los precios, y hay quien recuerda que Andersen, el escritor, murió de cirrosis. Y se califican de latinos del norte por considerarse más sociables que sus vecinos nórdicos. Obviamente, el idioma es una barrera, que se solventa con el inglés, que habla más del 80% de la población. Eso, y la dificultad del danés, hace que residentes foráneos desistan de estudiarlo. Una española nos contó que estaba aprendiéndolo desde hacía dos años (las clases son gratuitas, siempre que asistas a ellas con regularidad), pero que en algunos establecimientos la miraban con recelo por su deficiente pronunciación, por lo prefirió pasarse al inglés. Y así la atendían mejor.
 
Barrio pujante junto a una planta de basuras

Ya comentamos en otra entrada que junto a la planta de basuras de Coppenhill se había desarrollado un barrio moderno. Es el de la imagen superior, tomada precisamente desde dicha planta de incineración donde no había olor alguno.

Casas flotantes, unos modernos palafitos

También señalamos la existencia de casas fijas construidas sobre los canales. En la imagen superior, uno de los bloques de seis viviendas, cada uno una pequeña casa utilizando una especie de contenedor con amplios ventanales. Tienen una acceso común, por el puentecillo con barandilla.

Patio interior conjunto en estas viviendas fluviales

En la planta baja, la zona interior es un patio de uso común, con algunas plantas, sillones y aparcamiento de bicicletas.

Estación de tren de Hellerup, la más cercana a nuestra vivienda

Poco antes de ir a Dinamarca habíamos visto con interés la serie Los secretos que ocultamos, en la que a una au pair filipina se le pierde la pista tras desaparecer (había sido asesinada). Casualidades de la vida, al llegar en tren a Hellerup preguntamos por el autobús a una chica que estaba esperando. Nos dijo que era au pair y filipina, y obviamente conocía la serie, pero nos aclaró que ella llevaba dos años y estaba contenta. Curiosa casualidad. De hecho, la serie está ambientada en Hellerup y se rodó en este barrio.

Edificio Borsen cubierto tras su incendio en el 2024

En el centro de la ciudad ha desaparecido el antiguo e histórico edificio de la Bolsa, por un fuego ocurrido en abril del 2024 en el que desapareció su conocido capitel. Dado lo costoso de la reconstrucción se pensó cederlo a una empresa privada, pero la que se ofreció, McDonalds, fue rechazada, ya que consideraban que no era muy apropiado para un edificio histórico de la capital danesa. Por ello se mantiene a cubierto y en principio a la venta hasta que se tome una decisión.

Foto de Wikipedia en la que aparece el edificio Borsen en su esplendor.

Foto de cómo quedó tras el incendio, publicada en el diario ABC

Tobogán del Museo de Arquitectura

Hablamos en otra entrada del Museo de Arquitectura, que tanto nos agradó. En la imagen superior, un largo tobogán para entretener a los más pequeños durante la visita y que permite salvar el descenso de las plantas del centro.

Principal sede gubernamental: el edificio Borgen

También hemos hablado del edificio Borgen, donde tienen sus oficinas los principales dirigentes del país. Y famoso en todo el mundo por la serie del mismo nombre donde aparece profusamente. Su nombre oficial es Palacio de Christiansborg. Dicen que no es raro ver a la primera ministra aparcar su bicicleta en las inmediaciones. 

Fuente de la Trinidad (Malmoe)

Y de la escapada a Malmoe quedó pendiente esta imagen. Corresponde a la estatua y fuente de la Trinidad, del artista danés contemporáneo Bjoor Norgaad.


Y cerramos estas imágenes finales con una visión de lo que fue el Copenhague de siglos atrás, que  se encontraba en el Ayuntamiento.

Castillo de Rosenborg

Pero no queremos dejar de lado el castillo de Rosenborg, en pleno centro y famoso sobre todo por sus jardines. De la época de Christian IV, siglo XVII, poco después dejó de utilizarse salvo en situaciones de emergencia. Fue el caso del incendio del palacio de Christiansborg o el ataque naval británico a comienzos del XIX. No visitamos el interior, pero de su aspecto externo destacar que es más alargado que ancho y sus torres con el techo de color jade. Alrededor cuenta con unos espectaculares jardines muy populares. 

Parque público del castillo de Rosenborg

Bancos enfrentados en la catedral junto al púlpito

No queremos olvidar la curiosidad de los bancos de la catedral, orientados casi todos en dirección al altar, como es habitual. Sin embargo, unas cuantas filas en la parte delantera los tienen en ambos sentidos. ¿Motivo? Sencillo: cuando el sacerdote daba el sermón desde el púlpito, que está en un lateral, no era admisible que los fieles de las filas delanteras le dieran la espalda. En ese caso, se pasaban al banco de enfrente. Acabada la plática, vuelta al otro lado. 

Plano a gran escala en el suelo en el Museo de Arquitectura

En su momento hablamos de este plano gigantesco, pero esta foto permite apreciar mejor sus enormes dimensiones. Llamativo, práctico  y poco habitual.


GASTRONOMÍA



Mercadillo gastronómico de Reffen

En dos semanas algo conocimos de la cocina danesa o de lo que se ofrece en sitios de comida, mucha de ella, como en todas las capitales, foránea. Entre ellos el mercado gastronómico Reffen, la catedral del street food.

Poca gente en Reffen en una jornada lluviosa

Situado en la punta norte de Christianshavn, el rato que estuvimos allí cayó una tormenta, lo que eliminó parte del encanto de curiosear por los puestos de comidas del mundo. Tampoco nos permitió comer en el exterior.


Impermeables y paraguas y gente deambulando.

Amplio comedor de Reffen para librarse de las inclemencias

Aunque parece un lugar un tanto alternativo, supimos que tiene un dueño único, y por tanto una empresa destinada a obtener beneficios. Tras dar una vuelta, optamos por un plato kurdo, con arroz y cordero, y otro vegetariano. Correctos ambos. Y el lugar, con muchos puestos en contenedores, limpio y decente, baños incluidos. Y en el local de comida kurda nos atendió una argentina, algo que se repetiría más veces. O hay muchos argentinos en Copenhague o simple coincidencia.



Al día siguiente de llegar, en nuestro paseo por Hellerup, domingo, almorzamos un brunch en un local del centro comercial, al que corresponden las dos imágenes superiores. No estuvo mal. Al irnos olvidamos un sombrero de esos que protegen del sol y de la lluvia. Volvimos dos días después y pudimos recuperarlo.

Comida vietnamita en otra feria callejera

El segundo día de estancia fuimos a otra feria de comida callejera. Ese día hacia sol y tuvimos que conseguir una sombra. Optamos por comida vietnamita. Rica. Había mucha gente: más céntrico que Reffen y buen tiempo. Para llegar es preciso atravesar el largo y curvo puente peatonal de Inderhavnsbroen.

Menú degustación en Host



Antes del postre, carne



El único restaurante digamos serio, que se autodenomina de comida danesa innovadora, fue Host, donde celebramos el cumpleaños de Ana invitados por nuestras hijas. Fue para nosotros una comida tardía (17:30, hora de apertura vespertina) y para ellos seguramente una cena algo temprana, pero lo cierto es que se llenó en cuestión de minutos. Nos gustó y el ambiente y el lugar fue de lo más agradable.

Hamburguesería en la estación de Kamplenborg

Y aprovechando la escapada a la playa de Kamplenborg tomamos una hamburguesa en la estación de tren, en un pequeño establecimiento, Hungry Dane Burgers, que en Google aseguraban eran las mejores de la capital danesa. De hecho acreditan contar con varios premios a nivel nacional. En el andén de la estación hay unas mesas donde se come y la verdad es que estaban buenas, aunque es una oferta a la que no solemos hacer caso. No voy a deciros que nos atendió una camarera... ¡argentina!, sí, porque ya sabéis que eso pasa a diario en Copenhague.

Mercado central de Copenhague

Y como despedida, un par de imágenes del mercado central, un lugar interesante salvo en lo arquitectónico. Es una instalación moderna y simple, pero el interior son puestos muy interesantes y bastantes locales de comidas. Comimos allí un par de veces y ambas acertamos; una vez pudimos utilizar los asientos y mesas del interior y otra estaban copados y tuvimos que salir fuera, donde hay algunos bancos y mesas. Una de las veces tomamos una especie de variados de Smorrebrod, la típica tosta de centeno, que pasa por ser una de las típicas delicattessen danesas. La verdad es que estaban deliciosos.

Una de las pescaderías del mercado

Había alguna pescadería muy bien surtida, algo que siempre nos interesa a los españoles, y más si vienen de Galicia. Y con estos pescados decimos adiós a este resumen de dos agradables semanas en la capital danesa.

Antes, señalar que los daneses son golosos en extremo, que hay infinidad de pastelerías en Copenhague, y que una de estas cadenas, Hart, la visitamos y... pecamos, ¡que ricos los croisanes a base de pistacho y cardamomo....toda una tentación!.

Como suele ocurrir,  casi queda en el olvido el lugar más espectacular de comida de este viaje. Fue en Lund y por casualidad descubrimos un bufet libanés que de entrada nos mosqueó. Ofrecía comida sin límite por 12,5 euros. Vale que se tratara de una ciudad universitaria, y está al ladito del edificio principal de la Universidad, pero ese precio en Suecia nos parecía imposible.

El caso es que entramos y disfrutamos. Estaban las cosas muy ricas, había oferta, no excesiva pero más que suficiente: falafel, humus, kebab, verduras, ensaladas, patatas maceradas, pan de pita y frito. Incluía un zumo y dos tipos de cafés, y dos clases de pastelitos de postre. Y no vendían bebidas, o sea que no buscaban incrementar la factura por esta vía. Por si alguien visita esta ciudad, el restaurante se llama Mezaya, un hallazgo, no hay más que ver las opiniones de los usuarios .

(5) Nuestra casa en el barrio de Hellerup

Viajamos a Copenhague mediante un intercambio de viviendas a través de Home Exchange, una plataforma veterana en estas lides. No es algo nuevo para nosotros pues nos estrenamos en este sistema en el ya muy lejano 1990, cuando se gestionaba principalmente por correo postal y eligiendo la casa a través de la foto de una revista de Intervac, que entonces gestionaba el proceso. La aparición de internet lo cambió todo: inmediatez, acceso a cientos de anuncios, posibilidad de seleccionar con rapidez y en contacto con la otra parte, comentarios sobre los intercambios. En fin, que hemos hecho una veintena larga de cambio de vivienda.

La novedad este año (y el anterior con Nueva York) es que ya no tienen que ser recíprocos a la fuerza, que venga a tu casa la misma familia que te cede la suya. Ahora se abona la cesión con puntos (guestpoints) que obtienes con el préstamo de la tuya y con la cuota anual a Home Exchange. Nosotros recibimos a una familia de Madrid (pareja con un niño de 7 años) y fuimos a la vivienda no habitual de una pareja jubilada.

Residimos dos semanas en la planta baja de este inmueble en la capital danesa

Nuestros anfitriones tienen familia en Australia y están almacenando todos los puntos que pueden para hacer un largo desplazamiento a este lejano destino. Por eso nuestra propuesta de ir dos semanas a Copenhague les interesó, es una estancia más larga de lo habitual y por tanto les generó más puntos.

Aspecto de la cocina, conectada con el salón

Nos estaban esperando y por tanto los conocimos, gente amable que nos explicó detalles del piso y previamente nos habían hecho una pequeña compra de vituallas (llegamos un sábado por la noche). La casa, de 85 metros cuadrados, era sencilla: un dormitorio, un baño y una sala amplia dividida en cuatro ambientes interconectados: cocina, comedor, zona de descanso con sofá y sillones y un área de trabajo con escritorio. Sumamente cómoda para dos personas.

Un pequeño jardín en el patio exterior

A mayores, un patio de pequeñas dimensiones aislado del aparcamiento trasero por un seto alto y plantas de gran tamaño.

Comedor de la vivienda

Los anfitriones nos explicaron que tenían la vivienda en venta, y de hecho facilitamos que al día siguiente vinieran unos posibles compradores con un agente inmobiliario. Lo hicimos dejando el piso vacío a la hora convenida.

Anuncio de nuestra vivienda en una inmobiliaria próxima a la casa.

Sabiendo que la vendían, en una inmobiliaria cercana localizamos la oferta. Curioso. Primer caso en nuestra historia intercambiadora.

Un supermercado a pocos metros de la casa en la calle principal del barrio

Para mayor comodidad, teníamos un supermercado de una cadena local justo al lado de la casa. Y abría siete días a la semana en un horario amplísimo. Como viajero, facilitaba mucho la compra, aunque el sistema 7/7 no nos gusta.

Y por lo que respecta al intercambio, nada más que decir. Todo salió a la perfección en Copenhague, ni el menor incidente. Y en nuestra casa en Vigo con la familia de Madrid, a los que no conocimos, exactamente igual. Perfecto.

Litoral de Hellerup, al fondo se divisa el centro de Copenhague y su puerto

Hellerup es un suburbio costero al norte de Copenhague, bien comunicado por tren y autobús. Recibe su nombre de un rico propietario que a mediados del siglo XVIII compró aquí una granja de 38 hectáreas. Se llamaba Johan David Heller.

El litoral tiene zonas privadas, algo que a los españoles nos sorprende

Al día siguiente de llegar decidimos quedarnos por la zona para conocerla y hacer compra. Nos acercamos a la costa, a unos 300 metros de casa, donde había una pequeñísima playa. En general es un área residencial, con edificios más antiguos y mucho comercio en la calle que vertebra el barrio, Strandvegen, y luego amplias zonas residenciales con edificios en altura y también viviendas unifamiliares con jardín.

Canales y atraques junto a bloques de viviendas en el barrio

Hellerup es una zona tranquila en general, actividad y gente en nuestra calle, con muchas bicis, coches y abundante comercio, pero en el resto viviendas y bloques de oficinas, también algunos paseantes, no demasiados.

Puentecito peatonal en un área residencial costero de Hellerup

Junto a la costa y más cerca de Copenhague encontramos un centro comercial con bastantes tiendas y establecimientos de hostelería, animado. 

Larguísima y atractiva rampa en el hall del Experimentarium

En sus inmediaciones había bastantes bloques de oficinas. También un museo de Ciencia, interactivo, Experimentarium, que llegamos a la conclusión que era más bien para visitar con niños. Así que nos limitamos a ver la tienda y su impresionante rampa de subida a las plantas superiores forrada en metal.

Casa de baños en la costa de Hellerup, vacía un día nublado

No profundizamos demasiado en Hellerup, muy aceptable para residir pero con pocos atractivos turísticos o históricos. De hecho cuenta con un museo, muy cercano a nuestra casa, el Oregaard , que tenía muy buena pinta, pero estaba cerrado por obras. Una tarde gris nos acercamos caminando por la costa hasta Klampenborg, unos seis o siete kilómetros al norte, donde finaliza la línea de tren de cercanías que viene de Copenhague. La costa es la típica de allí, plana, sin accidentes geográficos, casi sin oleaje, discreta al máximo, un punto sosa.

Playa en Hellerup

Un día fresco, entre semana, nublado, estupendo para pasear pero poco apto para el baño.

Arenal sin bañistas en un día nublado

Por ello estaban completamente vacíos los arenales, pero no siempre era así. Los comprobaríamos unos días después.

Bosque cerca del mar y de nuestra casa

Regresamos por un camino diferente, un poco hacia el interior. En el trayecto encontramos dos cosas que nos sorprendieron: un recinto cerrado por un muro, pero con una puerta lateral abierta por la que, claro, entramos para ver de qué se trataba. Era un gigantesco hipódromo con gradas, Travbanen Charlotendlund, en ese momento vacío, Y justo al lado, un bosque denso en el que nos metimos y por el que llegamos a las cercanías de nuestra casa. Muy agradable, silencioso y sin gente, un refugio para días calurosos.

Playa de Klampenborg una mañana de sábado calurosa

Aspecto muy diferente tenía la misma playa la mañana del día anterior a nuestra partida, un sábado, cuando fuimos a darnos un baño de despedida. El arenal y la zona verde anexa estaban a rebosar.

Las pocas zonas de sombra estaban todas ocupadas

Teníamos el problema recurrente de qué hacer con nuestras pertenencias (llaves de casa, móviles, cartera) mientras nos bañábamos, pero no fue necesario ir al agua por separado. Nos instalamos junto a un grupo que resultaron ser españoles, que las vigilaron. Tenían niños pequeños y residían allí. Lo cierto es que vimos bastantes paisanos en estas dos semanas.

Los aparcamientos playeros para bicicletas, a rebosar

El regreso preferimos hacerlo andando y pudimos ver otras playas también llenas. En una de ellas el área para estacionar bicis concurridísimo.

Socorristas alerta en la playa

Vimos también algunos vigilantes en los arenales, y eso que el  mar estaba plácido. En lugar de nuestras pequeñas torres de vigilancia tenían un vehículo y sillas en el suelo. No creemos que tuvieran mucho trabajo esa jornada.

Estatua de Rasmussen

En el paseo marítimo entre Hellerup y Klampenbog, una estatua de piedra recuerda a Knud Rasmussen, explorador danés fallecido en 1933 y la primera persona en cruzar el paso del Noroeste (entre Rusia y Alaska)) en un trineo tirado por perros. Muy popular en Dinamarca y en Groenlandia y también entre los inuits canadienses.

Desde Hellerup era relativamente fácil llegar al centro de Copenhague, lo cual requería combinar autobus y tren, cosa nada complicada contando con la aplicación DOT que engloba todo el transporte público de la ciudad. Lo primero es hacerse un usuario y asociar una tarjeta de pago. A partir de ahí, la cosa funciona por zonas (1, 2, 3,y 4 son las más usuales). Para ir al centro teníamos que sacar el billete de 3 zonas, y eso nos permitía movernos en cualquier transporte público (autobús, metro y tren) durante hora y media por unos 4 euros. Tienes que montar la combinación a través del propio Journey planner de la aplicación o como quieras. Por otro lado, en la propia aplicación aparecen ofertas (por algún festival o algún evento especial), de tal modo que por el precio de un ticket te dan un margen de 12 horas para las mismas zonas, por lo que la vuelta nos salía gratis y podíamos hacer un montón de desplazamientos a lo largo del día sin pagar más. Lo utilizamos prácticamente todos los días y en al menos tres ocasiones un inspector controló que disponíamos de billete en vigor. Parece ser que viajar sin billete no es una buena idea ya que las multas a los posibles infractores son bastante elevadas.