(1) Copenhague downtown

Llegamos a Copenhague por un intercambio de viviendas a través de Home Exchange, el segundo que realizamos en esta etapa intercambiadora (en épocas anteriores hicimos muchos más). Habíamos aparcado el sistema en el 2014 y lo retomamos el año pasado, 2024, viajando a Nueva York. Ahora, una pareja nos cedió su casa mediante el correspondiente pago de puntos, el dinero de este tipo de transacciones cuando no son recíprocas (yo en tu casa y tú en la mía a la vez), y nosotros obtuvimos puntos dejando la nuestra a una familia de Madrid. En otra entrada daremos más detalles, solo adelantar que todo salió perfectamente, tanto aquí como en Vigo. Una maravilla esto de los intercambios.

El viaje fue perfectamente, Vigo-Madrid-Copenhague, y después logramos llegar al barrio de Hellerup, al norte de Copenhague, en transporte público. No fue sencillo, en un par de ocasiones tuvieron que ayudarnos buenos samaritanos, pero salió. Y eso que estábamos un poco presionados pues, por sorpresa, al bajar del avión, nuestros anfitriones avisaron que estaban en la casa esperándonos, lo que no estaba previsto.

Llegamos al caer la noche y nos instalamos tras recibir sus explicaciones sobre el uso de la vivienda. A la mañana siguiente, una vez acomodados, realizada la compra en el súper pegado a la casa, jornada de aclimatación, por llamarlo así, recorriendo Hellerup y alrededores a pie. El tercer día ya nos desplazamos al centro para empezar a conocer la ciudad. Esto que calificamos de aclimatación es un lujo solo al alcance de los intercambios. Si estás de hotel o de alquiler, con el gasto que implica, no pierdes un día paseando por barrios periféricos, quizás chulos pero que no justifican un viaje.

Casas de colores junto al canal en Nyhavn, el lugar más famoso de la ciudad

Por tanto, al tercer día, en autobús y tren alcanzamos el centro-centro copenhaguense, Avanzar que el transporte público funciona bien (cuatro líneas de metro, relativamente recientes; autobuses y también trenes) y conseguiríamos poco a poco controlarlo mediante una app, DOT, que sirve también para los pagos. Daremos más detalles de su funcionamiento y de su habitual eficacia y puntualidad, aunque algún fallo también detectamos.

Vista general de las dos márgenes del canal de Nyhavn

Así que nos aparecimos en Nyhavn (Nuevo Puerto) un sitio que ningún visitante se pierde, sin duda la imagen más icónica de la ciudad. Es una calle y un canal, que conforman un paseo marítimo a ambos lados siempre atiborrado de turistas. Lo flanquean sobre todo restaurantes y lugares de ocio, y de allí parten tours en barco para conocer el centro urbano histórico, eso sí, con explicaciones solo en danés o en inglés. Una pena porque lo usan a diario miles de personas y nada les costaba preparar al menos unas audio guías en más idiomas, pero es lo que hay. Por lo demás, el inglés es aquí una lengua franca, lo habla el 85% de los daneses, y además el danés es muy complicado. De hecho, españoles que viven aquí, y alguno conocimos, desisten de intentar aprenderlo; es un esfuerzo tremendo y pueden vivir sin problemas en inglés.

Imagen desde un puente que cruza el canal de Hyhavn

Íbamos atentos, intentando situarnos en una gran capital histórica a la que acabábamos de llegar y donde no conocíamos a nadie. Había mucha gente por estas calles tan nombradas, pero para nada multitudes. Y el tiempo, agradable.

En este inmueble trabajaba el primer tatuador

Supimos que en Nyhavn número 20 vivió el escritor más famoso de la historia danesa, Hans Christian Andersen, al que se le nombra de seguido y tiene multitud de calles y estatuas. Y por casualidad retratamos el número 17, donde tenía su estudio el primer tatuador de la historia del país. Gustav Bechmann ejercía en 1884 en una mesa en el sótano de lo que era una tabaquería, solo siete años después de que empezara con esta actividad Martin Hildebrant (en Nueva York, claro). Obviamente, el tatuaje se practica desde los egipcios, pero estamos hablando de los primeros tatuadores de los que existen registros.

Uno de los barcos utilizados para los tours turísticos que parten de Nyhavn

Copenhague está situada casi fuera de Dinamarca, valga el chiste, ubicada en la parte más oriental de la  isla más oriental del país, Zealand, pegada a Suecia de no ser por el estrecho de Oresund, que conecta el mar Báltico con el del Norte. La ciudad cuenta con numerosos canales y la presencia de agua, de barcos de recreo (hay una ruta acuática de transporte público) y hasta de zonas de baño céntricas es una constante.


Como primera toma de contacto decidimos hacer uno de estos tours, de una hora de duración, una buena idea. En este rato sale de Nyhavn casi al mar exterior, y después regresa para circundar el cogollo más histórico por canales, y desde el barco puedes ver los edificios más relevantes.

Palacio de la Opera, moderno, de principios de siglo, un edificio espectacular

Es el caso del palacio de la Ópera, inaugurado en 2005 en Crhistianhavn, una isla artificial que acoge también uno de los mayores atractivos de Copenhague, Christiania. El palacio es un proyecto urbanístico de lo más interesante, o así nos lo pareció, por lo que hicimos un free tour específico para conocer sus entrañas. Christiania también lo visitamos, pero por libre.

Edificios de viviendas de lujo, las más caras de la ciudad

A no mucha distancia del palacio de la Ópera se encuentran estos bloques de viviendas, las más caras de la ciudad, donde un piso puede costar cuatro millones de euros. Sorprendente. Uno de los bloques es un hotel.

Dannebrog, el espectacular velero de la familia real danesa

Por esta zona portuaria se exhibía fondeado y tranquilo el Dannebrog, el velero de la familia real, que allí permaneció durante toda nuestra estancia. Está bautizado con el nombre que recibe la bandera del país y que podría traducirse por tela danesa. En servicio desde 1932, fue inaugurado por la reina Alejandrina y se utiliza desde entonces como residencia real en viajes al extranjero y en cruceros por aguas danesas. Construido en acero, cuenta con una tripulación de 52 marineros y militares y en estos casi cien años ha recorrido 400.000 millas náuticas por el Mediterráneo, el Atlántico y el Caribe. Como curiosidad, fue el único barco que los alemanes no tocaron durante la invasión de Dinamarca en la Segunda Guerra Mundial.

Los daneses hacen su vida ignorando los barcos de turistas

Tras esta salida al exterior de la urbe el barco regresó a los canales urbanos, por los que realizó la segunda parte del recorrido.

La bicicleta, omnipresente en Copenhague

Aunque recién llegados a Copenhague, incluso desde el barco empezamos a valorar la relevancia de la bicicleta como medio de transporte, incluso más que en Amsterdam, que ya es decir.  En estas semanas comprobamos que es más importante que el automóvil y que muchos peatones las temen y acusan a los ciclistas de prepotentes.

Cientos de barcos atracados en los canales en este caso en Christianhavn

Los bordes de los canales en la ciudad son puertos deportivos, amarres para todo tipo de barcos y yates, los hay a centenares.

Fachada lateral de antiguos almacenes portuarios, ahora centro cultural

Realmente, desde el barquito y cómodamente sentados, pudimos observar numerosas joyas urbanísticas, que en su mayoría no conocíamos en ese momento. En días sucesivos las fuimos encontrando en nuestros paseos. Caso de Gammel Dok, antiguos almacenes portuarios que datan de 1739, aunque a finales del siglo XIX fueron renovados y unos años después se les añadió una planta. Actualmente conviven en este enorme inmueble el Centro Danés de Arquitectura y el Taller Nacional de Arte.

Nyhavn, siempre un lugar animado donde se escuchan idiomas de todo el mundo

Finalizado el tour en el mismo lugar donde comenzó, nos dispusimos ahora sí a patear la ciudad a nuestro libre entender. Y a eso dedicamos casi dos semanas, ya que solo salimos de Copenhague para una excursión por tren a Lund y Malmo, en Suecia, y de paso conocer el gigantesco puente sobre el mar que conecta ambos países. 

Fachada del Ayuntamiento de Copenhague (1905), estilo romántico nacionalista

La enorme plaza del Ayuntamiento, como ocurre en infinidad de ciudades, es el centro neurálgico de la ciudad. La Radhuspladsen, nombrecito difícil para nosotros, es enorme, y tiene muy cerca la estación central de ferrocarril y el decimonónico parque de atracciones Tivoli, uno de los lugares más visitados. De la plaza parte también la larga y animada calle peatonal Stroget, fundamental para las compras y un sitio para pasear con tranquilidad y de manera amena en sus más de mil metros. Del ayuntamiento y su imponente hall de acceso y estancia libre ya hablaremos, solo apuntar que hubo cuatro anteriormente y tres de ellos fueron en diferentes momentos de su historia pasto de las llamas. A finales del XIX, el arquitecto Martin Nyrop se inspiró para su diseño en el Ayuntamiento italiano de Siena.

Plaza del Ayuntamiento, normalmente muy concurrida

Suele haber siempre gente y animación en la plaza, punto elegido por muchos free tours para iniciar sus paseos por la ciudad. Fue nuestro caso.

Calle céntrica y antigua con edificios de colores variados

Perderse por las calle del centro de Copenhague es encontrarte con lugares como el de la imagen, con su calzada de adoquines de piedra (traídos de Noruega, en Dinamarca no hay canteras). El guía del free tour por la zona centro, David, un simpático y eficaz conductor de grupos natural de Medellín, Colombia, nos aclaró que en este tipo de calle solían vivir marineros. Unos siglos atrás la clase trabajadora no acostumbraba a pintar sus casas, era muy caro. La excepción eran los marineros, que aprovechaban el sobrante de pintura de los barcos. Y claro, cada casa tenía un color diferente.  

Palacio de Christiansborg, centro del poder político y judicial

Dentro de esta almendra central destaca el palacio de Christiansborg, un caso único en el mundo pues en un mismo inmueble conviven  las tres ramas del poder en una democracia. A saber, el Parlamento, la principal sede del gobierno y también la corte suprema. Y por si fuera poco, tiene allí oficina el rey en su calidad de jefe del Estado.

En Christiansborg se rodó la exitosa serie Borgen

En su momento uno de nosotros siguió con interés todas las temporadas de la serie danesa Borgen, término que significa castillo y con el que también es conocido este enorme edificio. En ella se narran las venturas y desventuras, que fueron muchas, de una primera ministra, en el plano político y también personal.

Plaza de Konges Nytorv, una de las principales y vía de acceso a Nyhavn

La Nueva Plaza del Rey, su nombre en español, fue construida en 1670 por el rey Christian V, y una estatua ecuestre de dicho monarca la preside. Es de grandes dimensiones, la mayor de Copenhague, y todas las navidades acoge una pista de hielo de uso gratuito. Su creación se basó en criterios militares, ya que era un lugar equidistante de todas las murallas. En esta plaza finaliza la calle peatonal Stroget, conformando el eje principal de la ciudad hasta la sede del Ayuntamiento.

Palacio de Amalienborg, residencia de la familia real danesa

A solo unos pocos cientos de metros de la plaza se alza el palacio de Amalienborg, donde residen los reyes. Se trata de un recinto abierto y los visitantes llegan a la plaza central, en cuyos márgenes están los cuatro inmuebles que lo componen. Algunos soldados controlan las puertas, pero en apariencia la vigilancia es mínima. El palacio se construyó entre 1750 y 1768, a la vez que Konges Nytorv.


La idea inicial no era la de residencia de los reyes, pero todo cambió en 1798 debido al incendio que destruyó el Palacio Real. De los cuatro edificios pueden visitarse dos. 

Iglesia de Mármol, solemne y maciza

Muy cerquita del palacio, y situada de tal forma que es visible desde el centro de la plaza de Amalienborg, destaca la Iglesia de Mármol, cuyo nombre oficial es Iglesia de Federico, pero triunfa el primero. Empezó a construirse unos pocos años antes, en 1740, pero tuvo peor suerte y no se terminó hasta siglo y medio después. Es un templo luterano de planta redonda y son visibles sus similitudes con la basílica de San Pedro en Roma.


Obviamente, con un período de gestación tan largo, allí pasó de todo, intervinieron diversos técnicos y se sucedieron los proyectos. Finalmente, fue un empresario privado el que la terminó cuando lo inicialmente construido era una ruina. 


Dos órganos, numerosas esculturas, pilas bautismales, abundante decoración, lucernarios que permiten luz natural y el uso del mármol configuran un templo atractivo que suele estar lleno de gente. Acceso libre.

La popular Sirenita

Por seguir con los símbolos de la ciudad, desde esta zona pero dando un paseíto de algo más de un kilómetro, se llega a una pequeña escultura que se ha convertido en la seña de identidad de Copenhague. Al verla, el comentario general es su pequeño tamaño, menor del imaginado. Para llegar es preciso rodear el Kastellet, antiguo castillo que todavía hoy sigue siendo un centro militar. Este sí lo visitamos y lo mostraremos más adelante.

Como buenos turistas, nuestra foto con la pequeña sirena

La escultura tiene su historia. Fue un encargo del empresario cervecero Carl Jacobsen, hijo del fundador de la conocida Carlsberg. Quiso homenajear a la bailarina Ellen Price, estrella del Ballet Real, pero Price se negó a posar desnuda, por lo que el escultor, Edvard Eriksen, utilizó como modelo a su esposa, pero la cabeza y el rostro son de la bailarina. Está basada en el cuento de hadas del mismo nombre de Hans Christian Andersen y en diversas ocasiones ha sido objeto de actos de vandalismo, decapitada dos veces y en otra una bomba la hizo caer al agua. 

Acceso al parque de atracciones Tivoli, un lugar muy visitado

Este veterano parque de atracciones data nada menos que de 1843 y se encuentra en el centro de la ciudad, entre la estación central y el Ayuntamiento. Sus atracciones compiten con unos vistosos jardines, pero la realidad es que no lo visitamos. La entrada es cara y no teníamos interés en montar en ninguna. Una vez más fuimos de raros, pues los turistas suelen entrar.

Planta de basuras y generación de Copenhill, toda una atracción

Para concluir esta entrada una imagen de una planta de basuras que produce electricidad, no es un monumento pero va camino de convertirse en otro icono ciudadano. Visible desde muchos puntos de la ciudad, se encuentra en el extremo norte de la isla de Amager, y es posible subir a su terraza, desde donde se domina una enorme vista. Sorprendentemente, junto a ella ha surgido un llamativo y moderno barrio residencial, y uno de sus laterales, en pendiente, es una pista de esquí en invierno y otra de las fachadas un gigantesco rocódromo. Lo más importante, no hay el menor olor, y lo sabemos porque estuvimos allí y subimos en ascensor a la cima. El guía de un free tour aseguró que la nube que suelta es vapor de agua. Se inauguró en 2017.

Buque anclado en un canal de Copenhague

Para cerrar, un llamativo velero de tres palos que nos encontramos en uno de nuestros paseos. No será el de la familia real, pero tiene empaque.