(5) Nuestra casa en el barrio de Hellerup

Viajamos a Copenhague mediante un intercambio de viviendas a través de Home Exchange, una plataforma veterana en estas lides. No es algo nuevo para nosotros pues nos estrenamos en este sistema en el ya muy lejano 1990, cuando se gestionaba principalmente por correo postal y eligiendo la casa a través de la foto de una revista de Intervac, que entonces gestionaba el proceso. La aparición de internet lo cambió todo: inmediatez, acceso a cientos de anuncios, posibilidad de seleccionar con rapidez y en contacto con la otra parte, comentarios sobre los intercambios. En fin, que hemos hecho una veintena larga de cambio de vivienda.

La novedad este año (y el anterior con Nueva York) es que ya no tienen que ser recíprocos a la fuerza, que venga a tu casa la misma familia que te cede la suya. Ahora se abona la cesión con puntos (guestpoints) que obtienes con el préstamo de la tuya y con la cuota anual a Home Exchange. Nosotros recibimos a una familia de Madrid (pareja con un niño de 7 años) y fuimos a la vivienda no habitual de una pareja jubilada.

Residimos dos semanas en la planta baja de este inmueble en la capital danesa

Nuestros anfitriones tienen familia en Australia y están almacenando todos los puntos que pueden para hacer un largo desplazamiento a este lejano destino. Por eso nuestra propuesta de ir dos semanas a Copenhague les interesó, es una estancia más larga de lo habitual y por tanto les generó más puntos.

Aspecto de la cocina, conectada con el salón

Nos estaban esperando y por tanto los conocimos, gente amable que nos explicó detalles del piso y previamente nos habían hecho una pequeña compra de vituallas (llegamos un sábado por la noche). La casa, de 85 metros cuadrados, era sencilla: un dormitorio, un baño y una sala amplia dividida en cuatro ambientes interconectados: cocina, comedor, zona de descanso con sofá y sillones y un área de trabajo con escritorio. Sumamente cómoda para dos personas.

Un pequeño jardín en el patio exterior

A mayores, un patio de pequeñas dimensiones aislado del aparcamiento trasero por un seto alto y plantas de gran tamaño.

Comedor de la vivienda

Los anfitriones nos explicaron que tenían la vivienda en venta, y de hecho facilitamos que al día siguiente vinieran unos posibles compradores con un agente inmobiliario. Lo hicimos dejando el piso vacío a la hora convenida.

Anuncio de nuestra vivienda en una inmobiliaria próxima a la casa.

Sabiendo que la vendían, en una inmobiliaria cercana localizamos la oferta. Curioso. Primer caso en nuestra historia intercambiadora.

Un supermercado a pocos metros de la casa en la calle principal del barrio

Para mayor comodidad, teníamos un supermercado de una cadena local justo al lado de la casa. Y abría siete días a la semana en un horario amplísimo. Como viajero, facilitaba mucho la compra, aunque el sistema 7/7 no nos gusta.

Y por lo que respecta al intercambio, nada más que decir. Todo salió a la perfección en Copenhague, ni el menor incidente. Y en nuestra casa en Vigo con la familia de Madrid, a los que no conocimos, exactamente igual. Perfecto.

Litoral de Hellerup, al fondo se divisa el centro de Copenhague y su puerto

Hellerup es un suburbio costero al norte de Copenhague, bien comunicado por tren y autobús. Recibe su nombre de un rico propietario que a mediados del siglo XVIII compró aquí una granja de 38 hectáreas. Se llamaba Johan David Heller.

El litoral tiene zonas privadas, algo que a los españoles nos sorprende

Al día siguiente de llegar decidimos quedarnos por la zona para conocerla y hacer compra. Nos acercamos a la costa, a unos 300 metros de casa, donde había una pequeñísima playa. En general es un área residencial, con edificios más antiguos y mucho comercio en la calle que vertebra el barrio, Strandvegen, y luego amplias zonas residenciales con edificios en altura y también viviendas unifamiliares con jardín.

Canales y atraques junto a bloques de viviendas en el barrio

Hellerup es una zona tranquila en general, actividad y gente en nuestra calle, con muchas bicis, coches y abundante comercio, pero en el resto viviendas y bloques de oficinas, también algunos paseantes, no demasiados.

Puentecito peatonal en un área residencial costero de Hellerup

Junto a la costa y más cerca de Copenhague encontramos un centro comercial con bastantes tiendas y establecimientos de hostelería, animado. 

Larguísima y atractiva rampa en el hall del Experimentarium

En sus inmediaciones había bastantes bloques de oficinas. También un museo de Ciencia, interactivo, Experimentarium, que llegamos a la conclusión que era más bien para visitar con niños. Así que nos limitamos a ver la tienda y su impresionante rampa de subida a las plantas superiores forrada en metal.

Casa de baños en la costa de Hellerup, vacía un día nublado

No profundizamos demasiado en Hellerup, muy aceptable para residir pero con pocos atractivos turísticos o históricos. De hecho cuenta con un museo, muy cercano a nuestra casa, el Oregaard , que tenía muy buena pinta, pero estaba cerrado por obras. Una tarde gris nos acercamos caminando por la costa hasta Klampenborg, unos seis o siete kilómetros al norte, donde finaliza la línea de tren de cercanías que viene de Copenhague. La costa es la típica de allí, plana, sin accidentes geográficos, casi sin oleaje, discreta al máximo, un punto sosa.

Playa en Hellerup

Un día fresco, entre semana, nublado, estupendo para pasear pero poco apto para el baño.

Arenal sin bañistas en un día nublado

Por ello estaban completamente vacíos los arenales, pero no siempre era así. Los comprobaríamos unos días después.

Bosque cerca del mar y de nuestra casa

Regresamos por un camino diferente, un poco hacia el interior. En el trayecto encontramos dos cosas que nos sorprendieron: un recinto cerrado por un muro, pero con una puerta lateral abierta por la que, claro, entramos para ver de qué se trataba. Era un gigantesco hipódromo con gradas, Travbanen Charlotendlund, en ese momento vacío, Y justo al lado, un bosque denso en el que nos metimos y por el que llegamos a las cercanías de nuestra casa. Muy agradable, silencioso y sin gente, un refugio para días calurosos.

Playa de Klampenborg una mañana de sábado calurosa

Aspecto muy diferente tenía la misma playa la mañana del día anterior a nuestra partida, un sábado, cuando fuimos a darnos un baño de despedida. El arenal y la zona verde anexa estaban a rebosar.

Las pocas zonas de sombra estaban todas ocupadas

Teníamos el problema recurrente de qué hacer con nuestras pertenencias (llaves de casa, móviles, cartera) mientras nos bañábamos, pero no fue necesario ir al agua por separado. Nos instalamos junto a un grupo que resultaron ser españoles, que las vigilaron. Tenían niños pequeños y residían allí. Lo cierto es que vimos bastantes paisanos en estas dos semanas.

Los aparcamientos playeros para bicicletas, a rebosar

El regreso preferimos hacerlo andando y pudimos ver otras playas también llenas. En una de ellas el área para estacionar bicis concurridísimo.

Socorristas alerta en la playa

Vimos también algunos vigilantes en los arenales, y eso que el  mar estaba plácido. En lugar de nuestras pequeñas torres de vigilancia tenían un vehículo y sillas en el suelo. No creemos que tuvieran mucho trabajo esa jornada.

Estatua de Rasmussen

En el paseo marítimo entre Hellerup y Klampenbog, una estatua de piedra recuerda a Knud Rasmussen, explorador danés fallecido en 1933 y la primera persona en cruzar el paso del Noroeste (entre Rusia y Alaska)) en un trineo tirado por perros. Muy popular en Dinamarca y en Groenlandia y también entre los inuits canadienses.

Desde Hellerup era relativamente fácil llegar al centro de Copenhague, lo cual requería combinar autobus y tren, cosa nada complicada contando con la aplicación DOT que engloba todo el transporte público de la ciudad. Lo primero es hacerse un usuario y asociar una tarjeta de pago. A partir de ahí, la cosa funciona por zonas (1, 2, 3,y 4 son las más usuales). Para ir al centro teníamos que sacar el billete de 3 zonas, y eso nos permitía movernos en cualquier transporte público (autobús, metro y tren) durante hora y media por unos 4 euros. Tienes que montar la combinación a través del propio Journey planner de la aplicación o como quieras. Por otro lado, en la propia aplicación aparecen ofertas (por algún festival o algún evento especial), de tal modo que por el precio de un ticket te dan un margen de 12 horas para las mismas zonas, por lo que la vuelta nos salía gratis y podíamos hacer un montón de desplazamientos a lo largo del día sin pagar más. Lo utilizamos prácticamente todos los días y en al menos tres ocasiones un inspector controló que disponíamos de billete en vigor. Parece ser que viajar sin billete no es una buena idea ya que las multas a los posibles infractores son bastante elevadas.