(2) De monumentos de antes y palacios de ahora

No es Copenhague una urbe monumental, pero con un milenio de existencia mantiene destacados inmuebles históricos, aquellos que sobrevivieron a los frecuentes incendios. Y, desde luego, hay instalaciones modernas de lo más interesante, caso de la Biblioteca Real o el Palacio de la Ópera. 

De los del pasado uno de los destacados es la llamada Torre Redonda.

La Torre se levantó como observatorio astronómico

Rundetarn, su nombre danés, es una torre del siglo XVII construida para servir de observatorio astronómico, y forma parte de un complejo con la iglesia de la Trinidad y la biblioteca universitaria. Su finalidad es la misma actualmente, además de la más popular de mirador elevado sobre la ciudad.

Todo Copenhague a vista de pájaro desde la Torre Redonda

Con 36 metros de altura no es tampoco una torre gigantesca, pero en un terreno absolutamente plano como el de Copenhague se divisa la ciudad hasta el horizonte. Hay que pagar entrada y suele haber mucha gente.

La torre carece de escaleras, se sube por una rampa en pendiente

Una de sus peculiaridades es que carece de escaleras y se accede por medio de una rampa sin fin, con una pendiente razonable que facilita la movilidad. En total, siete vueltas y media y luego unas pocas escaleras finales. Hay quien dice que se hizo para que Christian IV pudiera subir a caballo, al estilo de la Giralda de Sevilla.

Son 206 metros de rampa

La rampa totaliza 206 metros y se sube y baja con relativa comodidad debido a su pendiente moderada.

No hay edificios en la capital danesa que rompan el encanto de su skyline

Y una vez arriba, una visión de 360 grados sobre la armoniosa Copenhague, una ciudad con pocos edificios en altura que rompan la uniformidad.

Vista de la iglesia de la Trinidad desde la rampa de la Torre Redonda

 En la rampa hay un ventanal acristalado para ver el interior de la iglesia de la Trinidad. Es un templo enorme, en su momento el mayor de la ciudad, excepción hecha de la iglesia de Nuestra Señora, actual catedral. Pero ésta y otras dos en el mismo emplazamiento ardieron, y sobre sus restos se edificó en 1829 la actual catedral.

Exterior del Palacio de la Ópera, con su espectacular techado que llega al mar

En la actualidad no se construyen catedrales, y hay quien opina que su papel lo suplen ahora los centros comerciales. Otra opción serían los recintos culturales como este impresionante inmueble, inaugurado en enero de 2005, y cuyo coste se aproximó a los 400 millones de dólares. Por suerte para el erario danés, fue asumido por el cofundador de la empresa de contenedores Maersk. Una opción polémica desde el principio, ya que pudo deducirse su costo de los impuestos que tenía que pagar. Después, sus enfrentamientos con el arquitecto autor del proyecto, Henning Larsen, fueron sonados.

La Ópera se encuentra muy cerca de los apartamentos de lujo ya citados

Existe un tour de pago para visitar el Palacio de la Ópera (inglés y danés) y nos apuntamos. Solo decir que fue de lo más interesante, tanto por lo que ve cualquier espectador (acceso, patio de butacas, amplios vestíbulos) como por la trastienda, el backstage.

Uno de los gigantescos almacenes, en el backstage del palacio

Estas enormes salas, cinco en total, son el "corazón y el cerebro" del recinto, en palabras de la guía. Superan los 20 metros de altura, parte de ellos bajo el nivel del escenario, y existen suelos y paredes deslizantes para modificar estos espacios según las necesidades. Incluye cinco escenarios para ensayos y preparación de escenografía. Una empresa especializada se encarga de su complejo funcionamiento, todo ello por medios informáticos.

Vista del mar y de la Iglesia de Mármol desde el hall del palacio

Pese a esta concesión, el templo de la ópera tiene una plantilla propia de 400 trabajadores, de ellos 140 actores y cantantes.

El vestíbulo, con enormes cristaleras y sus espectaculares lámparas

En su interior la luz natural permite desenvolverse con comodidad durante el día, como ocurrió durante nuestra visita, que comenzó a las 16:15. Éramos dos grupos numerosos, según el idioma, inglés o danés, se trata de un edificio que despierta mucho interés.


Esta imagen aérea permite ubicar el Palacio de la Ópera en su entorno.

La sala de actuaciones, muy llamativa, y el escenario

La parte final de la visita tuvo lugar en uno de los anfiteatros, de una sala con capacidad para 1.500 personas. Su iluminación y confort llaman la atención, se nota un diseño cuidado. En un rincón, pero muy a la vista, hay unos sillones reservados para la familia real ya que la filosofía es que tienen que ser visibles, entre la ciudadanía. Hay otra sala más pequeña (200) para usos múltiples.

Escenario para la obra en cartel dedicada al Moulin Rouge

La construcción de este templo de la ópera permitió reservar el Teatro Real (1748), ubicado en la plaza Konges Nitorv, para el ballet, separando ambas facetas artísticas.

Teatro Real, ahora reservado para actividades de danza

Queda para el final esta imagen desde el suelo de una de las tres lámparas del vestíbulo, construidas en cristal y con docenas de bombillitas dentro que le permiten cambiar su color. 

Interior de las enormes lámparas del hall

Son nombradas estas lámparas porque constituyen la pequeña venganza del arquitecto sobre el empresario A.P Moller que financió su construcción. Tras ser inaugurado, Larsen acudió a un programa de televisión donde criticó a Moller. Desde el estudio llamaron al empresario, que intervino en directo y se produjo un duro debate entre ambos. Al final, el arquitecto le dijo que le había dejado un recuerdo. En concreto, que las tres lámparas encendidas, según el color de las bombillas y en la distancia exterior, semejan la bandera del barrio anarquista independiente de Christiania, un recinto que a la clase empresarial le pone de los nervios. Según nos contaron en un free tour, Moller colgó el teléfono indignado y nunca volvió a dar una entrevista.


En el diseño de este recinto intervinieron también dos ingenieros, un consultor teatral y empresas especializadas en acústica. El resultado parece excelente, aunque para juzgar tendríamos que haber acudido a una representación. Otra vez será. Si acaso, quizás podrían haber ampliado la capacidad de la sala, ya de puestos y con el dinero que se gastaron. Por otro lado, también nos contaron que a los daneses, en general, no les entusiasma y llaman al edificio "la tostadora".

El Diamante Negro, la parte moderna de la Biblioteca Real

Casi coetáneo del Palacio de la Ópera es la parte moderna de la Biblioteca Real, un edificio conocido como Diamante Negro. Un impactante inmueble cuya cubierta exterior, ligeramente inclinada, se diseñó a base de mármol negro y cristal. Es muy sencillo de visitar (llegar y entrar, gratis total) y desde luego muy recomendable. 

Abierto al canal y luminoso, como el Palacio de la Ópera

Desde el hall de la biblioteca, una rampa permite subir con comodidad al siguiente nivel. Allí, en ascensor o por escaleras, se accede a los pisos superiores, ocho en total. En todos ellos hay vistas sobre el vestíbulo.

A vista de pájaro desde el último piso de la biblioteca

El edificio es ciertamente atractivo, un diseño resultón y llamativo. Por ese motivo quisimos ver su interior desde la planta superior. Se ve mucha gente abajo sentada, y es que nuestra visita coincidió con una actuación del festival de jazz de la ciudad. Acceso libre.

Enorme cristalera en la fachada del la Biblioteca Real

Es una zona iluminada con luz natural gracias a la cristalera frontal, que además permite mantener contacto visual con el canal, un lugar con mucha vida y barcos moviéndose a todas horas.

Puestos de lectura en la parte antigua de la biblioteca

 A diferentes niveles hay tres puentes que comunican la zona nueva con la antigua biblioteca, situada en la parte trasera Sin problema alguno puede recorrerse y así descubrimos esta preciosa sala de lectura, con un mobiliario que evidencia mayor antigüedad (1906). Este edificio fue construido en ladrillo, pero la fachada principal se recubrió igualmente en mármol negro, y desde la calle puede confundir y pensar que también es moderno. Estos puentes de conexión salvan la amplia calle entre ambos edificios.

Estos inmuebles son en realidad una parte de la Biblioteca Real, que tiene cuatro sedes. Estamos hablando de la ubicada en Slotsholmen, una pequeña zona de la ciudad rodeada por un canal, visto en el mapa, una isla.

Actuación de jazz en el interior de la Biblioteca Real

Antes de terminar la visita no nos privamos de disfrutar un rato con la actuación de este grupo, del que lo ignorábamos todo pero sonaba bien. Fue un agradable complemento a la visita.

La modélica planta de residuos expulsa vapor de agua

Siguiendo con edificios modernos... pasamos de un palacio de la Ópera a la Biblioteca Real... y de ahí a una planta de residuos, CopenHill. Por centrar la jugada, señalar lo que dice de esta instalación Bjarke Ingels Group (BIG), el colectivo de arquitectos, diseñadores y pensadores con sedes en Copenhague y Nueva York que la proyectó: "Es un modelo ejemplar en el campo de la gestión de residuos y producción de energía, así como un punto de referencia en el paisaje urbano de Copenhague; es la mayor iniciativa medioambiental en Dinamarca y sustituye a la obsoleta planta de Amagerforbraeding adyacente".   

Las tripas del complejo desde el ascensor que te eleva a la terraza superior

Nosotros no sabíamos de tanta credencial, simplemente vimos el edificio a lo lejos en un free tour por el centro y preguntamos. Después, por casualidad, fuimos a un mercadillo de restaurantes callejeros por la zona y, sabiendo que se podía visitar, nos acercamos. Costó un poco ya que por medio topamos con un barrio muy peculiar de edificios corridos y tardamos lo suyo. Una vez allí, sin control alguno, cogimos un ascensor y subimos a la terraza. Un poco nos sorprendió tanta apertura.

Sin la chimenea y la humareda pasaría por un recinto cultural o deportivo

También la falta de olores, nada, cero, lo que explicaría la existencia del barrio mencionado, que tampoco eran viviendas sociales.

Vista de Copenhague desde lo alto de la plata de residuos

Una vez arriba, sitio para pasear entre vegetación, un chiringuito bien puesto y una escalinata rodeada de verde por si se quiere bajar andando, que no fue el caso. 

El impactante rocódromo es el más alto del mundo

Y puestos a envolver una planta que en general nadie quiere tener cerca, un gigantesco rocódromo en una de sus paredes. Y tan enorme, pues con sus 85 metros de altura es el más alto del planeta, o al menos lo era en 2020.

La rampa es una pista de esquí ecológica

Y la guinda es una gigantesca rampa que en realidad es una pista para esquiar. Eso sí, sin nieve, los aficionados se deslizan sobre una superficie de plástico ecológica. No cabe duda de que se sale de lo habitual... y de que en nuestro país no hay nada parecido.

El enorme hall del Ayuntamiento de Copenhague

En este repaso de edificios señeros de la ciudad no podemos dejar de lado el Ayuntamiento, del que igualmente dimos una pincelada en la entrada anterior. Tiene algunas similitudes con la planta de residuos: llegas allí y entras sin problema alguno. No solo eso, accedes al vestíbulo, llamativo, impresionante incluso, y en los bancos que lo rodean perimetralmente puedes sentarte a contemplarlo con tranquilidad y descansar. Es incluso entretenido, pues no se interrumpe la aparición de parejas de novios para casarse en una ciudad conocida como Las Vegas de Europa, pero de eso hablaremos en otro momento. De hecho, si vas a un free tour con salida en la puerta del Ayuntamiento y llegas antes, te sientas a descansar, puedes ir al baño y curiosear por los pasillos de varias plantas con absoluta tranquilidad, como fue nuestro caso.

Biblioteca de la planta superior del edificio del Ayuntamiento

Está lleno de detalles, esculturas, adornos, recovecos interesantes y en la planta superior localizamos una atractiva biblioteca. Un rato agradable y entretenido

Portada neoclásica de la Catedral

Respecto a la Catedral, lo mismo, acceso libre y puede recorrerse hasta la zona de lo que en nuestras iglesias sería el altar. Es de principios del XIX y sorprende que tras la fachada neoclásica se levante una torre, algo que arquitectónicamente no encaja y que originó una gran polémica. Para esta torre y por reducir costes se utilizaron los restos de la ya existente de un templo anterior. Como curiosidad, el guía de un free tour nos informó que delante de la Catedral está el punto más alto de Copenhague: ¡18 metros sobre el  nivel del mar!

Interior de la catedral vista desde el ábside

Es muy sencilla, casi monócroma, paredes pálidas y solo decoradas con estatuas de los apóstoles y una de Jesucristo que preside el altar.

Foso y bastiones del Kastellet, un recinto militar del siglo XVII

La turbulenta historia militar de Dinamarca hizo que Copenhague dispusiera de murallas y recintos militares, de los que el Kastellet es el mejor conservado. En la zona norte de la ciudad y lindante con el mar, tiene forma de estrella de cinco puntas con bastiones en las esquinas, y un enorme foso con agua lo rodea. Aunque sigue siendo instalación militar, el acceso es libre y en la práctica es un enorme parque público con la presencia vigilante de algunos soldados. Sorprendentemente, no permiten sentarse en la hierba, cosa que nos llamó la atención  y también a la gente a la que reprendieron delante de nosotros.

Barracones militares en el interior del Kastellet

Los planes iniciales de Cristian IV eran ambiciosos y pretendía levantar un gran castillo, pero no hubo fondos. Pese a ello, sigue en pie y tuvo su papel en guerras con Suecia e Inglaterra, pero los nazis lo conquistaron sin esfuerzo en la invasión de Dinamarca. En 1a década de los 90 fue renovado con fondos de A.P. Moller (el empresario que financió el Palacio de la Ópera) y en su interior mantiene una iglesia y la vieja cárcel, anexas, con la curiosidad de que en ambas había agujeros por los que los presos podían seguir los oficios religiosos.

Como toda prisión histórica, sus muros vieron muchas desgracias. A modo de ejemplo, un par de ellas. Allí penó 32 años un pirata inglés, John Norcross, dicen que la mitad del tiempo encerrado en una jaula. También en este lugar esperó su ejecución el conde alemán Johann Struensee, médico, que ascendió a ministro y casi regente del país. Supuestamente fue condenado por sus amoríos con la reina, pero en realidad para cortar las importantes reformas que intentó implantar. Hoy estas historias sorprenden en un lugar tan pacífico, en el que incluso te encuentras un molino, aunque llegó a contar con muchos más, en previsión de disponer de medios para alimentarse en caso de un asedio.

El barrio más marinero de Copenhague

Y para cerrar este capítulo, unas breves pinceladas sobre Cristianshavn, el barrio construido sobre varias islas artificiales, nuevamente por Cristian IV dentro de su política de ampliación de las fortificaciones. Separado del resto de la ciudad por el puerto interior, es una zona diversa y animada con personalidad propia.


Hay varios canales atestados de barcos, dando un ambiente náutico a esta importante área. Algunas embarcaciones visiblemente se utilizan como vivienda.

Iglesia de San Salvador y su famoso capitel

Construida entre 1682 y 1696 para dotar de un templo principal a Christanshavn, es conocida sobre todo por su peculiar capitel en espiral con una escalinata exterior para subir a la parte superior. Pero este capitel fue instalado cuando el templo llevaba algo más de medio siglo terminado. Al parecer tiene un interior espectacular, pero la realidad es que no entramos.

Como curiosidad, esta iglesia aparece en la obra de Julio Verne Viaje al centro de la tierra, cuando el personaje Alex es obligado por su tío a subir las escaleras de la espiral durante cinco días seguidos a modo de entrenamiento para superar su miedo a las alturas. Todo ello antes de descender al volcán donde el autor ubicó la puerta de la tierra.

Barcos y barquitas, el paisaje de Christianshavn

Preferimos dar un largo paseo por sus calles y canales tras una visita a la ciudad libre de Christiania, de la que ya hablaremos.